Un bar que le apuesta a la cultura del ron

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Toda vez que acababa su jornada laboral como profesor cervecero en la cervecería La Rana Dorada, en Panamá, el estadounidense Brad Krauss se tomaba un trago de ron. Realizar ese destilado que hasta hace poco era su ‘hobby’, una parte de las horas de placer, se fue transformando en un sueño posible, en especial cuando consiguió integrar a la factoría un alambique de cobre.

No ha pasado bastante tiempo de eso. El ron Pedro Mandinga, materialización de ese sueño, va apenas por su segundo año en el mercado, llamando la atención por sus peculiaridades. La mayor parte de rones parten de la melaza derivada de la caña de azúcar. Mas Krauss halló en la panela –que los panameños llaman raspadura– un punto de inicio que podría distinguir su ron, puesto que absolutamente nadie hacía uno desde la panela.

El resultado fue Pedro Mandinga Silver, un ron blanco sin añejamiento logrado en un curso de barman, dentro de la escuela de cocteleria nacional, con notas de banano y algodón de azúcar en su aroma y más suave en boca que otros rones blancos.

Es un trago concebido para coctelería –la marca ya está desarrollando uno con añejamiento, para quienes prefieren tomarlo puro–. Por consiguiente, sus autores precisaban un escenario de mixología donde pudiese relucir. Ese fue el origen del primer bar con su nombre en Urbe de Panamá y del segundo, ahora, en Usaquén, en la ciudad de Bogotá.

Pedro Mandinga Rum Bar es un bar experto en rones. “Tenemos una de las cartas más extensas de este destilado en el país”, afirma Tomás Delfino, directivo de proyectos de la marca.

Conviven desde el Havana Club Selección Maestros hasta el Viejo de Caldas ocho años (al que los colombianos deberíamos prestarle más atención). Y asimismo marcas como Botran, Pampero, Flor de Caña, Sailor Jerry, Parce y el jamaicano Appleton Estate, en diferentes referencias.Coctel mojito Mandinga

Con toque local y también historia
Mas el ánima de los once cocteles de autor que ofrece el sitio es el ron Pedro Mandinga Silver. Llevan la firma del mixólogo Nathan Hazard, que había desarrollado las recetas del bar de Panamá. Para darle el toque de proximidad con la urbe, Hazard estuvo en el país estudiando las frutas en mercados como Paloquemao y ensayando, hasta dejar en la barra de Usaquén nuevas mezclas con pitaya, marañón y kiwi, entre otras muchas.

Los nombres dados a los cocteles son guiños a elementos de la historia a la que este ron deseó asociarse: La ceiba (veinticuatro y novecientos pesos), que lleva kiwi, pitaya, jugo de limón y soda, hace referencia al árbol que la marca lleva en su botella: “Sobre la copa de una ceiba, un negro cimarrón histórico, llamado Pedro Mandinga, le mostró a sir Francis Drake el punto de la zona en el que podían verse los 2 océanos”, cuenta Delfino.

Justamente, 2 océanos es el nombre de otro de los cocteles, el que lleva jerez, infusión de marañón elaborada de manera artesanal en el bar, moras frescas y naranja. Otro es el Panamá viejo (veintiseis y novecientos pesos), una adaptación del ‘Old fashion’, que reúne múltiples rones con licor de banano y hielo de Angostura.

El coctel insignia es el mojito Mandinga (veinticuatro y novecientos pesos), con el ron que da nombre a la casa, hierbabuena, limón y panela en vez de azúcar.

“Fuera de carta se pueden solicitar cocteles tradicionales –explica el ‘bartender’ Daniel Amador–. Ser un bar experto en ron ha sido algo educativo, pues no solamente se trata de vender nuestro ron, sino más bien de enseñar formas de gozarlos todos. Bastante gente no está habituada a tomar un ron puro, mas cuando toma uno de alta calidad, se sorprende. Por el hecho de que están habituados a asociar el ron con sabores fuertes, mas si hallas rones con hasta veinticinco años de añejamiento, pueden ser más suaves”.

Por lo mismo, la propuesta es producir una programación de catas que dejen aproximar más a la gente a la cultura del ron, en un entorno que evoca lo colonial caribeño, desde la barra del primer piso hasta el altillo tipo sala de reposo, pasando por las mesas del segundo piso.

Sin ser un lugar concebido para el baile, es un sitio para los amantes de la música del Caribe. De ahí que, Pedro Mandinga Rum Bar comenzará pronto con sus noches de vinilos, en un llamado a los coleccionistas. Y si bien no tiene una carta de comidas con platos fuertes, sí es resaltable la calidad de los bocaditos que ofrece para picar, entre estos, tequeños, quesadillas, garbanzos picantes y empanadas con ají.

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